miércoles, 4 de abril de 2012

Ecuador, un punto de inflexión


Antes de marcharme para Ecuador, todo lo que sabía del país y nada era lo mismo.

Desde aquella no he vuelto. Me marché de Quito un 14 de noviembre del año 1994. Me recuerdo hoy caminando por la pista del aeropuerto yendo hacia el DC10 de Iberia que me traería de vuelta a casa con el Pichincha al fondo viendo como resbalaban por mis mejillas unas lágrimas que salían de lo más hondo y que indicaban los profundos cambios que había obrado América en mi.



Y recordé entonces las palabras de Maruja Torres con las que empieza Amor América:

... Por eso sé qué ocurrirá cuando llegue a Madrid. Abriré el balcón y América no estará, y echarla en falta será mi forma de seguir en ella. Escrutaré el cielo, carente de las constelaciones que velaron cada noche mis trayectos en ferrocarril, mientras avanzaba a la manera latina de sur a norte, y la nostalgia me mantendrá en marcha. Iré al campo y me parecerá pequeño, y mi ansia de valles infinitos, de nudosas cordilleras guardando el horizonte, empujará mi cuerpo hacia adelante...

¡Cuánta verdad puede guardar una frase en tan pocas palabras!


En Ecuador crecí tanto humana como profesionalmente.

En el primer ámbito, el personal, recuperé la seguridad perdida en Irlanda, pero ya sin la prepotencia de la inocencia. Una vez que has sufrido un golpe sueles esperar otros y tiendes a mirar hacia el lado de donde ha llegado, pero ahora estaba algo más preparado para aguantarlos.

En el ámbito profesional, empecé a disfrutar con mi trabajo y viendo que ante mi se presentaban importantes oportunidades para el desarrollo. Me gustaba el comercio exterior, la investigación de mercados, la cooperación al desarrollo y un montón de temas con los que había tenido contacto.

En mi trabajo como becario de Comercio Exterior en la Cámara Española de Comercio de Quito aprendía a elaborar estudios de mercado, tuve que organizar misiones comerciales, redactar informes sobre ferias, apoyar a empresarios en visitas comerciales y un sin fin de actividades que, como mucho, había estudiado en el ámbito teórico.

Puedo decir que a nivel profesional, no sólo aprendí a hacer un montón de cosas, si no que disfruté enormemente haciéndolas.

2 comentarios:

  1. Demuestra que efectivamente creciste humanamente y que dejaste la prepotencia atrás: ¡¡pon la foto prometida!!

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