jueves, 10 de mayo de 2012

De 240.000 pesetas a "0"


La vuelta a casas desde Ecuador fue, como cabía esperar, complicada. Pasar de cobrar 240.000 pesetas en el año 94 (casi 1500 €, 48 billetes de 5000 pesetas) durante mi estancia en el país sudamericano a estar en paro, sin prestación, fue dura.



Es difícil que no se te suba a la cabeza haber sido casi rico y vivir con un nivel de relaciones sociales que era impensable para mi sólo un año antes. Salía en Ecuador los "jueves culturales" con el Consejero Comercial de la Embajada de España y Directores Generales de diversas empresas españolas. Los viernes hacíamos la Ruta de la Corvina (adaptación particular a Quito de la Ruta del Bacalao). Fines de semana de viaje a zonas paradisíacas, cócteles en la embajada y un sin fin de privilegios y placeres difíciles de olvidar.

Así, en mi primera entrevista de trabajo, pedí un salario de más de 7.000.000 ptas (más de 40.000 €).

Tengo que agradecerles a los socios de la empresa que me estaban entrevistando que aguantasen las ganas de reír. Estoy convencido de que las tuvieron. ¿Cómo no reírse de un crío de 25 años que te está pidiendo un salario superior al que tu recibes?.

Pero como casi siempre, cuando creemos que no hay salida, se abre una puerta ante nosotros y es decisión nuestra iniciar ese nuevo camino o esperar a que aparezcan otras nuevas puertas.

Yo decidí tomar esa y así, gracias a la oportunidad que me brindaron la Cámara de Comercio de Ferrol y un centro de formación del Instituto Social de la Marina, en que impartía algún curso mi padre, empiezo a trabajar de formador y colaborador en la organización de la asistencia a ferias y misiones comerciales.

El trabajo, como muchas cosas en la vida, tenía su parte positiva y su parte negativa. No era muy estable, pero a cambio estaba muy bien remunerado, lo que me permitía mantener un buen nivel de vida, claro, viviendo en casa de mis padres.

Pero, como podéis suponer, volver para Ferrol, después de todo lo vivido, no era lo que yo esperaba.

En esta situación, un día comiendo mis padres me plantean “La pregunta total”.

      - Bueno Víctor, ¿tú que quieres hacer?, ¿vas a seguir trabajando en esto o quieres hacer algo más?

La verdad es que la pregunta me cogió desprevenido, quizás por eso contesté con total sinceridad.

      - Realmente estaba pensando en montar un negocio, pero seguro que os parece una tontería – dije sin mucho convencimiento – quiero hacer algo que me permita ahorrar dinero para estudiar en Estados Unidos.

Por aquel entonces perseguía la idea de estudias un master en el MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts), pensando, iluso de mi, que aquello era sólo cuestión de dinero.

- ¿En qué estás pensando? – preguntaron mis padres con interés.
 Pues en montar un pub como los de la zona vieja de Santiago –solté a bocajarro. 
- ¿Y te gustaría trabajar en eso? – preguntan ellos, quedándome yo perplejo.
- La verdad es que sí. Ferrol no tiene ningún sitio de ese estilo y seguro que funciona – dije con toda la convicción y el nerviosismo que el momento me permitían.
- Pues calcula cuanto te cuesta y miramos como ayudarte – dice mi padre.

No podía creérmelo. En el tiempo que tarda en caer una hoja de un árbol al suelo, mi vida había dado un giro de 180 grados. Me estaban ofreciendo el apoyo para montar un Bar.

La verdad es que hay veces que los astros se alinean en positivo, y, sin duda, ese día fue uno de ellos. O eso pensaba en aquel momento.

viernes, 4 de mayo de 2012

De vuelta a casa de Mamá y Papá, of course


Faltando menos de diez minutos para las diez de la mañana, llama mi madre a la puerta de mi habitación para decirme que tenía una llamada de una empresa de Murcia.
  • ¿Qué puede querer una empresa de Murcia de mi? – le pregunté a mi madre en ese momento
  • Tu sabrás – responde ella con esa sabiduría natural que tienen sólo las madres.

Yo era simplemente un gallego recién llegado de una extraña emigración (extraña dado que debo ser el único gallego que yéndole bien en América, vuelve debiendo dinero) y aquí estaba en cama recibiendo una llamada de una desconocida empresa situada en el otro extremo de España.

  •  ¿Quién les habrá dado mi número? – le estaba preguntando yo a mi madre en el justo momento donde ella me pasa el teléfono.

Intento entonces sin éxito, aclarar mi garganta para que no supiesen que estaba durmiendo y digo.
  • ¿Si?
  • Hola buenos días, ¿eres Víctor Sixto? -dice una voz con un acento que si no hubiese conocido a un murciano en Ecuador, diría que es de un andaluz que vive en Vallecas.
  • Si soy yo – contesto en el tono más neutro que puede tener una persona recién despertada.
  • Encantado –continúa mi anónimo interlocutor- soy Manuel Cal de la empresa MIVISA, de Murcia. – Bien, un dato más, pensé en ese momento, con dos indicios más podré ya identificar de qué trata esta llamada.

No tuve que esperar mucho más. Al rato Manuel continuó informándome que se dedicaban a la fabricación de envases para conservas y que en la Cámara de Comercio de Ferrol les habían facilitado mi estudio y querían consultar algunas dudas.

De golpe se hizo la luz . Todo se debía a el trabajo que había hecho en Ecuador.
Las esperanzas iniciales que albergaba de que la llamada representase una oferta de empleo se desvanecieron en pocos minutos.

Sólo fue lo que mi interlocutor dijo que iba a ser, una serie de consultas para ampliar cierta información recogida en el estudio de mercado que tenía en su poder.


Y allí mismo, tendido en la cama de mi habitación en casa de mis padres tuve conciencia de que me encontraba en paro y que encontrar trabajo no tenía por qué resultar sencillo. Me esperaban las colas del INEM.