En el año 95 las cosas no eran como hoy. Bueno, claro, esto
que acabo de decir es una auténtica obviedad. Yo en el 95 tenía 25 años y hoy
tengo algunos más y ese, a todas luces, es un cambio realmente estructural.
Pero me explico. Me refería por ejemplo a que en el 95 podías
abrir un local decorado por ti mismo siempre y cuando tuvieses algo de buen
gusto y tus clientes lo valoraban casi como si de una obra de arte se tratase.
Hoy si no contratas a un interiorista o a una empresa
especializada en el diseño de “espacios”, no llegas a ninguna parte.
Por otra parte, creo que es cierto eso que dicen los
técnicos del marketing: “el consumidor actual es mucho más complejo”. Hay
productos o servicios que en el pasado han llegado a ser aceptados, o incluso
líderes y hoy no pasarían el filtro del menos exigente de los consumidores.
Lo que hace años podía estar en el mercado varios años sin
que se realizase ningún cambio, hoy es abandonado en poco meses. Todo caduca
mucho antes, los productos, el amor, los gustos, la amistades…
Tanto es así que incluso hemos inventado un término para
referirnos a ello: “discontinuar”. Dentro de poco no será raro escuchar a
alguien hablando de su ex pareja diciendo que ha discontinuado su relación.
El mundo ha pasado de 33 a 45 revoluciones, de los LPs hemos
pasado a los Singles. Y esto en si mismo no es ni bueno ni malo, simplemente es
un dato, un elemento de entorno al que tenemos que adaptarnos. El que sabe
interpretarlo, sigue vivo y el que no, está abocado al fracaso.
Hoy la innovación y el cambio tienen que formar parte de
nuestro día a día.