viernes, 29 de junio de 2012

Carpe Diem


Antes de abrir O Café da Vaca yo era un perfecto desconocido en Ferrol. Conocía y me conocían un reducido número de personas. Exclusivamente los que habían sido mis compañeros de clase y  mis amigos. Vivía en un perfecto anonimato.

Pero los mismo que sucede con los hijos, donde dejas de ser tu mismo para ser el papá de… me sucedió a mi con O Café da Vaca. Dejé de ser el Víctor desconocido para pasar a ser Víctor Vaca. Una persona que empezaba a ser reconocida por la calle gracias a la buena aceptación que tuvo el café en Ferrol.

Hoy, siete años después de haberlo dejado, aún hay muchas personas que me siguen llamando así: Victor Vaca, y no por mi tendencia a ganar peso, cosa que gracias a mi nueva afición por el running consigo mantener mas o menos a raya, si no a que me siguen identificando como el dueño de O Café da Vaca.

Supongo que como muchos, estoy, o estaba, muy influenciado por las películas americanas, donde ser “popular” es un objetivo importante y un indicador de éxito, así que , en los momento iniciales, empecé ya a sentirme como una persona exitosa.

Pero la vanidad es realmente una mala compañera y hace que te creas cosas que realmente no eres. Ni era, ni fui, ni seré más o menos importante o más o menos exitoso, por ser conocido y reconocido. Es cierto que te puede ayudar a superar ciertos complejos, pero poco más y a mi me ayudó.

En muchas ocasiones he pensado que no es bueno encontrarse con el éxito de golpe, que es mejor ir llegando poco a poco a él. Tan despacio como sea necesario para ir asimilándolo y  preparándose para él.



Cuando el éxito llega de golpe y sin esperarlo, suele provocar efectos muy perniciosos. En lo humano, suela hacer de la persona exitosa un “personaje” prepotente y vanidoso y en su entorno suele generar envidias insanas basadas en el supuesto golpe de buena suerte en el que creen que se basa el éxito de esa persona.

En mi caso en particular, tengo que decir que creo que en lo personal no me afectó. Bueno, claro, eso lo digo yo, habría que analizar lo que pensaban las personas de mi entorno. Puede ser que me  convirtiese en una persona algo más prepotente y con dificultad para aceptar las críticas. Digo “puede ser”, no lo afirmo con rotundidad ;). Pero como en muchas ocasiones la realidad te lleva al sitio, fueron necesarios pocos años para ver que si que estaba cometiendo errores y que no era oro todo lo que relucía.

Debéis estar pensando que soy realmente vanidoso al estar hablando de mi en clave de éxito, pero la verdad es que mi afirmación se sustenta en datos objetivos. En los tres primeros meses de vida de O Café da Vaca obtuve un beneficio neto de 2.800.000 ptas, lo que supone, aproximadamente el 50 % de la inversión.

Debido a mi particular visión de los negocios y la vida, no dediqué ese dinero a la devolución de lo préstamos, sino que siguiendo una tradición personal que venía desde la más tierna infancia, me dediqué a vivir el momento. Carpe Diem, era mi lema.

Tenía 25 años y ganaba casi un millón de pesetas al mes, y lo más importante no era que las ganase, lo realmente importante era lo bien que me lo pasaba gastándolo.

No sé cómo vivían los Maharajás, pero debía parecerse bastante a lo que hacía yo, por aquel entonces.

Quizás, y digo quizás, si en aquel entonces me hubiera abstenido de un  consumo presente para un mejor consumo futuros (o sea si hubiese ahorrado), quizás las cosas hoy serían de otro modo.

2 comentarios:

  1. Ya, menos mal que de aquel planteamiento equivocado aprendiste un montón y ahora eres un tío súper ahorrador... :D

    ResponderEliminar