Debo señalar que lo de irme a Ecuador con una beca de
formación en comercio exterior tuvo dos causas fundamentales.
La primera tiene que ver con la oportunidad y el trabajo hecho con anterioridad. Algunos
dirán que fue suerte pero la verdad es que durante la carrera había asistido a
algunos cursos y seminario sobre Comercio Exterior. Esto, unido a que sólo nos
habíamos presentado ocho personas para tres plazas, me colocó en una buena posición para ganar la beca de Ecuador.
La segunda de las causas hay que situarla en la esfera de lo personal. Esta, en todo caso,
puede ser considerada como el
detonante y no es otra que el típico y tópico desamor.
Espero que no suene cursi, pero la verdad es que estaba yo
pasando un tiempo algo confuso debido a que mi relación con la que había sido
mi pareja estaba atormentándome.
En tal momento surge la oportunidad de poner tierra por
medio, o mejor dicho, un océano y vi en ello una oportunidad para poner orden y
normalizar la confusa vida que estaba llevando.
Hacía no mucho tiempo había leído un libro que hizo que mis
ganas de viajar al otro lado del Atlántico aumentases de un modo importante. El
libro se llamaba “Amor América” de Maruja Torres. En él narra Maruja Torres un
viajes desde Chile austral hasta Estados Unidos tomando todos los trenes que aún
quedaban en funcionamiento en ese momento.
Es un recorrido impresionante por los paisajes y las gentes
de una América a la que siempre me había sentido unido.
Así que, decidí regalárselo a mi “ex” como inicio de mi
nueva vida y escribiendo en él una dedicatoria que esperaba que fuese el
presagio de lo que iba a suceder en el futuro:
Cuando el mar sea el que marque la frontera de lo abarcable (…)
dispuesto estaré para que marches.
Y a los pocos días estaba yo en el aeropuerto con ganas de
empezar algo nuevo y con cierto nivel de miedo a lo desconocido ya que una cosa
es haber escuchado durante años canciones de Silvio Rodríguez y leído a autores
latinoamericanos y otra bien distinta es ir a vivir a un país del que conocía
poco más que el nombre de su capital, Quito.
Antes de mi marcha tuve que lidiar con la típica y tópica
actitud de los amigos que en vez de aportar un apoyo y respaldo a tu decisión,
cuestionan tus actos.
- - ¿A Ecuador, dices? – Comentaba Pep tomándonos
unas cervezas en As Crechas.
- - Si – Respondí yo.
- -¿Y qué se te pierde en Ecuador? – Continuaba Pep
atacando.
- -Pues voy a hacer estudios de mercado.
- - ¿Estudios de mercado?, ¿en Ecuador? – decía Pep,
como si los estudios de mercado fuesen patrimonio de los países más avanzados
En su descargo debo decir que con cierta base dudaban de mi ya
que un año antes, en un viaje que pretendía tener una duración no inferior a
seis meses y en el que pretendía aprender inglés, me regresé de Irlanda, no
pasados ni 15 días.
Pero de este tema hablaremos en el siguiente post.
Está interesante la cosa. Intentaré leerte con frecuencia.
ResponderEliminarPD: Te recomiendo poner el archivo con el historial de entradas un poco más arriba, sino es difícil de encontrar.
Dicho y hecho!!!
EliminarPues más adelante se pone aún más interesante ;)
Todavía conservo el billete de tren Vigo-Santiago que compré para ir a tu despedida.
ResponderEliminar"Victor se va a Ecuador", puse en el reverso.
Lo que lloré en ese viaje, madre mía...
Pois prepárate este agosto. O día que nos veñamos imos inundar o aeroporto ;)
EliminarAdemás, ¡quién no ha soñado alguna vez con irse a Ecuador!
ResponderEliminarAh, ¿que nadie?
(Feliz estancia allende los mares, Víctor)
Se a atopo vou subir unha foto en "La mitad de mundo", sentado cunha perna no hemisferio norte e outra no sur. Ten a súa coña.
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