miércoles, 15 de febrero de 2012

Si vales, vales y si no...


Los comienzo fueron interesantes, pero no se ajustaban a los planes previstos. Una vez adoptada la decisión de abandonar la filosofía para entregarme en cuerpo y alma a la mundanal realidad de los negocios, parecía lógico entrar con fuerza y con un objetivo claro y bien definido.

Me dije a mi mismo,

  • -       Quiero ser rico!.


Entendiendo por tal a aquel que acumula tantos recursos (mayoritariamente económicos) que le permiten desarrollar una vida sin sobresaltos y dedicada a satisfacer la mayor parte de los deseos que se puedan comprar con dinero (prácticamente todos).

Y con ese objetivo inicio mis estudios en la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de Santiago de Compostela, no sabiendo bien lo que se me venía encima a las pocas semanas de iniciar el curso.

Una mañana, como otra cualquiera, en la que me sentaba en una de esas incómodas sillas de brazo de la famosa Aula A de la facultad (más de 500 sillas colocadas en pendiente que te hacían sentir realmente minúsculo en un mundo nuevo, pero lleno de alicientes). 


El profesor de estructura económica comienza un relato en el que afirma:

  • -       No es posible un crecimiento infinito en un mundo finito.


Deja su afirmación flotando en el aire con el objetivo de que alguna de aquellas más de 300 almas jóvenes la tomásemos y acompañásemos con nuestros comentarios su disertación. Pero bien sabido es que entre las personas jóvenes de 18 años no se considera adecuado hacerse ver en un aula tan grande y delante de un número tan alto de compañeros. Cualquiera de los asistentes puede convertirse en un gran difusor de las posibles meteduras de pata que una persona inexperta en estas lides pueda cometer.

Con todos nosotros en silencio, salvo los consabidos rumores que se producen done hay trescientos jóvenes reunidos, es donde nuestro querido profesor continúa apuntalando con nuevos comentarios su afirmación,

  • -       En una tierra con recursos limitados, la riqueza es en si misma un recurso por lo que la riqueza de unos genera pobreza en otros.


Ahora sí que había conseguido tocarme la fibra sensible. Si su afirmación era correcta, y a todas luces lo parecía, el logro de mi objetivo, aquel tan elevado que había servido para apoyar mi decisión de estudiar empresariales (hacerme rico) traería consecuencias negativas en otros, que no por desconocidos me hacían más sencillo olvidar las consecuencias que traerían consigo mis actos.

Una cosa es querer ser rico  pensando que no lo es quien no quiere y otra bien distinta es pensar que al hacerme rico yo estoy empobreciendo a otros. 

Rico si, pero “capullo insolidario” no.

Y aquí estaba yo, matriculado en una carrera que me llevaría directo a la “riqueza” , no queriendo recorrer ahora ese camino.

...y sólo habían pasado una semanas desde que había empezado la carrera.

2 comentarios:

  1. ¡Coño, si te lo hubiesen dicho unos días antes!

    Pues ya nos dirás cómo, a costa de cuánto tesón y esfuerzo, conseguiste evitar ser rico...

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  2. Fue comlicado. Mira que todo estaba alineado para que fuese rico, pero... Uno con esfuerzo puede luchar contra su destino. ;)

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